martes, 20 de marzo de 2012

Nadando en la locura


^Jugando con los pensamientos la locura se pega y se adosa a tu piel, es mejor dejarlos quietos, que sigan presos en su urna de hiel. Si por fortuna, ya sea buena o mala, se escapan, se mezclan sin ton ni son, pueden llegar a corroerte como ratas, que escarban hasta hacerte enloquecer...^

Estas palabras resonaban una y otra vez en su cabeza y era tal su martilleo que llegó un momento en el que no era capaz de dejarlas mudas. Entonces, comenzó a caminar erráticamente a orillas del río. El lento caminar dejaba en la arena las huellas de unos débiles pasos que casi no tocaban el suelo y cuyo ritmo se acompasaba al de aquellas palabras juguetonas que  empezaron a salir de sus labios entrecerrados. 

Pero derepente su vista se detuvo en el reflejo del agua. Las imágenes borrosas comenzaron a danzar ante sus ojos, y mientras, las ganas empezaron a ahogarse en un lago profundo, tan profundo y oscuro que no consiguían llegar al fondo. Cuando intentaban reflotar y subir a la superficie algo las volvía a arrastrar al pozo de la desesperación. Entonces su gesto cambió. Sus ojos pestañeaban inquietos y unas palabras sustituían atropelladamente a las anteriores.

^Y no aprendes, no aprendes, siempre te equivocas. Y te levantas, te yergues y sonríes a la muerte, pero la ilusión solo dura un precioso instante, un destello que te atraviesa, un rayo que te sumerge de nuevo en el oscuro abismo de forma delirante, lleno de imperfecciones, reflejo de uno mismo.No enmascares por más tiempo la implacable realidad, no te empeñes, tú lo sabes, todo empieza y acaba con el mismo huracán, es la misma tormenta que te despedazará^

Deshizo el camino a casa sin reparar en el tiempo trancurrido. Posó su mirada en la ventana traslúcida de la estancia más sombría de la casa y su pensamiento volvió a cobrar vida propia.

^Todo permanece en calma ahí fuera, desquiciadamente en calma, perturbadoramente estático. Los minutos se suceden pero todo permanece inalterable, odiosamente se perpetúa el status quo, todo sigue igual, igual, igual..., esta palabra reverbera y choca una y otra vez contra las paredes del cerebro. Si por lo menos estallara, algo cambiaría, pero no, no hay movimiento por lo que el tiempo externo se detiene mientras que el interno corre contra uno mismo.
Cierro los ojos, los abro de nuevo y nada ha cambiado. Lo vuelvo a repetir y así transcurren los momentos, se escurren entre mis dedos como fina arena de playa artificial, artificial como lo que me rodea y en lo que me voy convirtiendo. Me paro a pensar en lo que estoy haciendo y me siento estúpida. Todo se vuelve nublado, no sólo la vista permanece velada, también el entendimiento, ¿y quién necesita pensar?... yo necesito pensar y es el pensar el que me lleva de la mano hacia la locura.^


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